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El pasado se confunde con el presente, miles de imágenes en mi mente vienen y van, las emociones reviven, emergen como espectros, se entrelazan, se disfrazan, se encuentran y se alejan, se mantienen ocultas tras el velo del tiempo, pero de alguna manera siempre burlan el olvido y regresan, y aunque el dolor ya es pasado, sigue latiendo, sigue quemando, la herida se abre una y otra vez, y es que persiste en el alma.
Quisiera saber quién es él, pues su rostro se diluye entre muy amargos recuerdos. Él, la causa de mi dolor, de mi afecto, la razón de mi respiración, el ladrón de mis sueños y mis desprecios. Él, quien tanto me amó, quien fue mi verdugo sin el filo de su pequeña espada. Aquel que después de siglos, miles de leguas, muertes y diferentes pieles, continúo amando, a pesar de mí, a pesar de él. Quien acabó con mi vida, a quien si tuviera la oportunidad le entregaría mi alma de nuevo, amándole como nunca, como ayer, como hoy, como siempre, como aquella vez que no fue la primera, pero tampoco la última, una vez más, sin errores, sin el maldito poder, aquel que destruyó los sueños de esos mil días, con todo lo que nuestro amor significó alguna vez. Sin las mentiras y traiciones que hundieron nuestra historia más allá del Támesis, sin esperas, solo él para mí, solo yo para él, groigne qui groigne.
Ojalá al mirarme en sus ojos, su alma recuerde, aquellos días en los que solía besarme a escondidas sin detenerse en mi piel. Aquí me tiene, esperando el encuentro de sus manos, sin tener miedo, anhelando el momento de volver a descansar en su pecho. Solo me queda esperarle, rogando que el recuerdo borre la calumnia del cuento, y mientras llega, solo seré del viento. Noli me tangere, pues a pesar de mil encuentros, solo del César soy, sin importar lo que ha hecho.
Mailevy Guía
Mérida, Venezuela
Vengo de una familia de escritores, todos en diferentes ámbitos, pero escritores al fin. Desde que tengo unos 11 años he escrito muchas cosas sueltas, que años después al volver a leer a veces me cuesta reconocer, y es que los sentimientos se vuelvan por completo sobre las líneas y las palabras se llevan el recuerdo del ayer.
Escribir no es mi forma de vida, pero es aquello que me compensa entre prisas y versos los momentos vacíos de mis días.
Hermoso.