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Cómo hundirme en esta arena pisada
por mutantes…
Soy pasto quebrado por los dientes filosos
de un observador delirante,
—no soy quien habita esta tierra—
son mis ojos huérfanos los que se conduelen
del engaño,
de eso que vocifero, pero con lo que no comulgo,
de eso que hago a diario
de lo que amilana mis fuerzas.
Es mi rostro resquebrajado el que enfunda una sonrisa
para salvarme de lo que no soy;
ver…, con el alma entumecida,
apaciguar la valentía con la promesa de
un mañana.
Cómo hundirme en esto que se vierte dentro,
cómo se aprende a vivir…
Será el anhelo
el abnegado abrigo de mi piel sedienta,
tal vez su efusiva alusión a un sueño,
acreciente mis ganas de hundirme
en esta luz celeste que aviva el mundo que llevo dentro…
Lo saque a flote.
Aflorar…
Martha Valencia
Vivo en la ciudad de Villavicencio – Meta (Colombia), y he saltado sin decoro por multiplicidad de facetas, me he descubierto en el ruido ensordecedor generado por mis miedos, he sonreído y desplegado las alas, pero también, me he atado sin piedad al suelo. Soy un ser en crecimiento —en obra negra—, intentando dilucidar día a día, el porqué de la imposibilidad de apreciar el potencial que yace dentro. Soy una soñadora, aunque agreste por fuera, me deleito con la brisa moviendo las hojas de un árbol, con el cantar de los pájaros, con el agua y su movimiento —toda la belleza que no puede siquiera conceptualizarse—.
Todo lo que mis ojos observan, lo que en mi vida transcurre, todo aquello que se cruza, que palpo, que
respiro…, todo es poesía, la que salva y aviva el resplandor, y la que desagua ese oscuro océano del
egocentrismo. Escribo porque mi corazón me impulsa, porque así converso con mis penurias, y puedo
hablarle al mundo. Es esa valentía que tanto cuesta cultivar.
Soy apenas una aprendiz en este caminar que despunta el alba.
Maravillosa oportunidad la que me proporcionan. Es un honor hacerme partícipe de su increíble labor🌷