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Miércoles santo, día de procesión,
que se hace año a año, siguiendo la tradición,
pero hoy las calles, están llenas de tristeza,
silencio, pesar, y desolación,
no se ha encendido el incienso
que purifica el camino, donde va la procesión,
tampoco veo el libro, de liturgia y oración,
la túnica morada, con encajes de redención,
aún sigue doblada, en este o en el aquel cajón,
sin flores la parihuela, sin adornos ni color,
yace triste y solitaria, arrumada en un rincón,
no redoblan las campanas, el toque de la pasión,
ni se ve a la Dolorosa, ocultando con sus lágrimas
la ternura de la madre, que ha fustigado el dolor,
el cirineo no está. ¿quién ayudará a Jesús
a llevar hasta el Gólgota, la tan pesada cruz?
es que acaso este año ¿no habrá celebración,
de la semana santa, la semana mayor?
no he visto a Cristo, dirigir la procesión,
este año dos mil veinte, la fecha se adelantó
la semana santa, hace días comenzó,
el mundo está viviendo, un viacrucis de dolor,
el mundo entero camina, una dura procesión.
el mundo está luchando por los sueños,
luchando por la vida,
contra un mal que arrebata los anhelos,
contra una pandemia, que acaba con los suspiros,
contra un virus de terror, que se lleva la vida y la ilusión,
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muy pocos han resistido, muchos no han podido,
se han vestido de duelo, los cimientos del amor,
un manantial de llanto, inunda la procesión,
no hay abrazos, ni despedidas, que mitiguen el dolor,
cada cual lleva el ritmo que le dicta el corazón,
cada persona es un Cristo, que camina en procesión,
sin llevar traje morado, ni encajes de redención,
tampoco la cruz a cuestas, como en aquella ocasión,
ni la corona de espinas, que desgarró el corazón,
Jesús no está en los altares, estos días de dolor,
Jesús, el Cristo, que murió y resucitó por amor,
está con el mundo entero, caminando en procesión,
Cristo, está en las casas, reunido, en familia y oración,
para que pronto termine, estos días de aflicción,
Cristo está en la calle, ofreciendo a sus hermanos
amor, ayuda, confianza, en medio de confusión
Cristo está en la ventana, para ver cuando pasan,
la fe y la esperanza, y así poderles implorar,
que esta pesadilla termine, por la paz espiritual,
Cristo vestido de blanco, está en cada hospital,
entregando desde el alma y su infinita bondad,
la medicina indicada, para curar ese mal,
realzando aquel juramento, de amor y fidelidad
dándole a los enfermos, salud y bienestar,
para que sus rostros brillen de luz y serenidad,
mientras todo esto pasa, Cristo desde su balcón,
ofrece su humilde canto, su alegría su ovación,
a través de los aplausos, que salen del corazón
a los héroes, que luchan con tanto anhelo,
por la paz por la dicha, por la vida y el amor.
María Auxiliadora Gómez Jordán
Nació en Caracas el 5 de noviembre de 1957, Doctora en Educación, Mención Sistemas Educativos. Desde muy pequeña guiada por su padre se inclinó por la poesía. Su primera poesía la escribió a la edad de 12 años. Además de poesías ha escrito guiones de teatro, acrósticos y cuentos. Se ha desempeñado como Maestra de Aula, Coordinadora de Difusión Cultural, Directora de la Escuela de Danzas María Laya y Secretaria de Cultura del Estado Apure. Es madre de tres poesías: María Vanessa, María Patricia y María del Carmen. Ha publicado el poemario SUBLIME LENGUAJE DEL ALMA en el año 2002. Actualmente ha publicado el poemario MI ALMA ESCRIBE VERSOS, el cual se puede adquirir en Amazon KDP. Escribió en el Semanario NOTILLANOS desde el Año 2004 hasta el año 2010, una columna titulada HORIZONTE CULTURAL. Ganadora del PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA 2022 OSCAR WILDE, (p. 77-79).